Las autoridades del PAMI prevén que el déficit continuará el próximo año, aunque confían en que la reactivación económica alivie las cuentas. “El PAMI es un termómetro: cuando la actividad se resiente, lo notás tanto en las prestaciones como en los ingresos”, admiten.
El 80% del presupuesto se destina a prestaciones médicas y medicamentos. La política de restringir los fármacos con cobertura total se mantendrá sin cambios. En paralelo, la conducción buscará obtener mejores precios en licitaciones, especialmente en la compra de medicamentos, insumos de hemodinamia y pañales para adultos mayores.
El plan oficial prevé avanzar hacia una mayor centralización de funciones en la sede principal del PAMI para limitar la discrecionalidad de las delegaciones provinciales y municipales. La digitalización de trámites facilita este proceso, aunque todavía una minoría de afiliados utiliza los canales electrónicos.
La conducción del organismo espera que la recuperación económica de 2026 permita menores transferencias del Tesoro, pero sin abandonar la asistencia estatal. El desafío será mantener las prestaciones, contener el gasto y evitar que la obra social vuelva a convertirse en un botín político.