No me animé a decirte, que el poema, era por vos y para vos.
Todos los poemas tienen una verdad escondida, aunque se vistan con su disfraz de multitud, siempre son para alguien, intentan confundirnos, aunque, creo que todos los poemas, pasan muy cerca tuyo.
Nacen de imaginarte a la distancia, iniciando tu mañana, ramito de palabras como florcitas blancas que te quise regalar.
A vos que vivís en la primavera y no en los días, que habitas el país de los colores y de la lluvia.
No me animé a que supieras, lo evidente, que mis descubrimientos tienen, precisa destinataria y el exacto destino de la revolución perfecta, de tu mirada.
Te hago responsable de esta búsqueda simple de belleza y de verdades para llamar tu atención para convocar a tu alegría.
Si no fuera por vos, me aburriría de las falsas ocurrencias que flotan inertes, en la hoja vacia, en lugar de ser la evidencia eficaz de tu existir, como osadía.
Están porque estás del otro lado y es ese otro lado, lo que hace que pueda soportar esta delirante realidad, que nos ofrecen, los poderes con vencimiento que intentan manejar nuestras vidas.
No me animé a dedicarte mi poema, aunque los que leen se dan cuenta, que te anuncian, te describen y te nombran, en los pliegues y sus despliegues que atesoran.
Decirte en otras palabras, es a lo que dedico el amanecer de cada día, por si acaso fuera necesaria esta, mi minuscula valentía.