INSTANTES DE PALABRAS

Hace mucho tiempo a mi viejo lo echaron de su laburo. De un día para el otro, como se dice, sin advertencia, ni aviso.

 

Le dieron una indemnización según una ley, que no siempre significa justicia.

Mi madre no lloro a escondidas, lloro frente a nosotros y en una especie de letania infinita repetía como un rezo... Ahora que vamos hacer.

Después de quince años le sacaron su trabajo. Adujieron un cambio tecnológico entre una decena de razones que no significaban  justicia.

Mi padre se había dedicado con honestidad y con algo de desencantada rutina al libro Banco del Frigorífico de Frutas Frescas, al que destinó quince  años de su vida.

Se compró un rastrojero naranja con lo que le pagaron, para hacerlo trabajar y el rastrojero tampoco consiguió trabajo. 

Entonces  salio a vender, con unas maletas,  con papeles y sin billetes, con una corbata de eterno nudo y un saco gris que no combinaba.

Vendió jugos cremogenados, que eran una novedad, pastas caseras que eran de una fábrica, persianas americanas de maderas, llegó a los calendarios y almanaques para carnicerías y verdulerias, tapas para empanadas árabes, y miles de novedades y productos que renovarían las vidas de todos menos de aquellos que los vendían

Hoy modernamente diríamos tuvo que reinventarse, el hacia todo lo que podía cada día. Yo conocí la importancia de un trabajo, en su mirada distante y plena de hacer todo lo posible.

De aquel que se despierta con una mirada de sueños, con simulada ilusión  por la mañana y a la noche no puede dormir.

A los tres años resucitó, consiguió un laburo estable y todo volvió a una cierta normalidad.

Yo conocí la dignidad del trabajo en la mirada de un hombre que no lo tenía. Yo comprendí aquellas mentiras en su palabras cuando decía mañana tengo una entrevista o la semana que viene me contestan, que no existian.

Hoy muchos hermanos no tienen laburo, no hay por donde pillarlo, no alcanzan todas las  imaginaciones, para saber de este dolor,  siguen adelante, porque no saben achicarse frente a nada, son trabajadores, simple esa es su condición.

Abrazo a los hermanos que lo esperan y a los que lo tienen, feliz dia a mi viejo que un dia sin poder conseguirla, invento una mirada de esperanza para que yo entendiera que era la dignidad de un trabajador.



Autor:Martinez

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