Creo que solo nos habitan purezas distintas, que se diferencian en imperceptibles y pequeños detalles.
Son grietas y grises diminutos que no modifican, lo íntimo, verdadero y esperable.
Tantas veces, le dimos refugio a la ternura y llenamos de sentidos los instantes.
Tantas veces, habitamos plenos los colores y nos entregamos dóciles a los vientos, por la tarde.
Nunca se trata de entedender, ni saber, las cuestiones de las evidencias y los signos y sus dudas, que regresan en respuestas tan increíbles y difusas.
Cómo las estrellas que perdidas se apagan, poco a poco, en cada profunda despedida. Impecables los abrazos no alcanzaron, a demorar, el fin y los finales, con marcadas señales y sus plazos..
Todo fue destino del amor que muere y la infinita resurrección cansada, de los recuerdos, nacidos en la profunda nostalgia que duele, sin coraje.
Todo, para que se llene el cielo de adioses y sea humilde, sincero, el callado futuro que no fue, cuando comienza, lentamente, a retirarse.