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La Doña María, hoy que es domingo, piensa amasar un kilo y medio de esperanza , para que dure toda la semana.
Es que últimamente, hace mucho que no hace. Le pide a su nieto el del medio a que le traiga un poco de semillas de resistencia o uno poco de soluciones del almacén, o levadura lo que sea que haya y corta unas ramitas de ilusiones fresca que ella misma sembró en su propio huerto.
Canta mientras cocina, canciones en voz baja y les cambia la letra o las canturrea, esas canciones se las enseñó su madre y prende el fuego, con la misma idea, ojalá el gas alcance para terminar de cocinar.
Mientras su compañero el José, sigue trabajando en la carpintería, hace ruido, con unas maderas viejas está haciendo una mesita para vender, aunque ya se jubiló, le mete firme.
Su nieta la Adriana le trae agua de la canilla en dos baldes que llena, después de haber hecho una fila pequeña está vez.
Las esperanzas siempre necesitan agua y si es de lluvia mejor, pero no ha llovido desde hace un tiempo, así que no alcanzaron a juntar.
Sus nietos vienen a la cocina a saludar, al más chico le cuelga la mamadera de la boca, los abraza un instante, tiene que seguir con su trabajo, le dice con cariño:
Asi te vas a quedar sin mamadera, les pasa el delantal como una caricia, y se fija en cada detalle de la sonrisa de sus nietos y les dice, que se vayan a jugar, el solcito ya dejó templadito el patio para que eso suceda.
Viene la Ale, a tomar unos mates y le dice que se a su marido lo dejaron sin trabajo, lloran un poco las dos y la Doña Maria, le dice que no se preocupe, que por ese día le puede convidar un poco de esperanza, cuando este lista, para su compañero y la nena y que ya van a estar mejor, ninguna de la mujeres, creen en el fondo de su corazón que sea asi, se abrazan un rato largo, para despedirse.
Anuncia que a la una media, dos menos cuarto, va estar lista la esperanza, lo más chicos ponen la mesa y sacan la botella de agua de la heladera.
Bendice la esperanza nuestra de cada día y el José dice, que está riquísima, que está mucho mejor que los milagros, que ya no saben si los fabrican, esos que hacen haya en el centro, que el alguna vez los probó, pero que hay que andar mucho para encontrar una esperanza tan buena, así como está.
Todos comen y piden silencio cuando pasa algo divertido en la tele y se rien juntos.
La esperanza alcanza justito le mandan a la Ale una ollita, raspando la olla pero alcanzó para todos.
Hay alegría como música de fondo y se cuentan cosas de la semana.
Al que le toque el laurel, le toca lavar los platos, no se hagan problema, yo lo hago dice el Jorge, el compañero de la Adriana y sin querer, entra la paz de la siesta.
No hay nada mejor que irse a dormir con el alma llena, de una esperanza casera, recién hecha.
Mientras todo sucede, la Doña Maria piensa, para hoy alcanzó, mañana será otro día... mañana será otro día...